Como habíamos comentado con anterioridad, existen inmensas posibilidades de que la próxima década, la cual inicia dentro de menos de dos meses, esté marcada, como tendencia fundamental en lo económico, por el crecimiento continuo de Estados Unidos y China mientras que el resto del mundo se encontrará apresado por el estancamiento. Este estancamiento generará eventos políticos y sociales que obligará a los gobiernos y a los más importantes tomadores de decisiones económicas a crear un nuevo modelo de crecimiento para enfrentar una situación tan terrible.
Cada país o cada grupo de naciones invocará las ventajas económicas que posea para idear, diseñar y ejecutar un plan de crecimiento que permita enterrar la desesperanza, las malas noticias y la vida lúgubre que le espera a millones y millones de seres humanos en todo el planeta. Lamentablemente, es poco probable que estos planes tengan éxito. Solo el cambio tecnológico de gran alcance luce como el factor que permita que una nación obtenga altas tasas de crecimiento durante un periodo de tiempo prolongado para así poder salir del grupo de países estancados y lograr entrar en la categoría de países privilegiados, representados por Estados Unidos y China.
La guerra del conocimiento no se iniciará la próxima década. Dicha confrontación comenzó hace cien años teniendo a Estados Unidos y algunas naciones europeas como protagonistas. En los años por venir ella recrudecerá debido a que será la única forma viable de salir del estancamiento secular, por tanto, veremos a un número importante de países luchando para producir tecnología de alto impacto económico. En estos momentos, Estados Unidos posee una situación de cuasi-monopolio en materia de producción de tecnología, seguido por China que aún no entra en la era de producción tecnológica de alto impacto; mientras que otras naciones incursionan en el ámbito de la producción tecnológica de bajo y muy bajo impacto.
La nación norteamericana tiene un largo camino recorrido en materia de producción de tecnología gracias a los incentivos que ofrece un sistema de economía de libre mercado y un gasto cuantioso en materia de defensa militar. Estados Unidos tiene muchas décadas produciendo tecnología de todo tipo que se aplican con éxito en la economía por medio de los diversos ámbitos de negocios. Necesariamente y sin planificación previa, algunas de estas tecnologías se convirtieron, de manera casi fortuita, en tecnología de alto impacto y generó durante varios años flujos de inversión que remuneraron generosamente a los factores productivos involucrados e indirectamente arrojó beneficios económicos abundantes aún a aquellos que no se involucraron en la actividad; es así como los flujos de dinero creados por la aparición de tecnologías de alto impacto incentiva el crecimiento económico y provee los recursos que permitirá a los gobiernos combatir los problemas sociales. el ejemplo más reciente de tecnología de alto impacto está reflejado en la producción del teléfono celular. Sin embargo, así como los gobernantes y estudiosos han notado los efectos que causan las tecnologías de alto impacto, los empresarios son más cautelosos en ese sentido. Efectivamente, estas tecnologías causan colosales volúmenes de dinero que no podría ser adecuadamente canalizados por alguna empresa y aún podría poner en peligro su existencia. Como muestra podemos citar los sucedido con los flujos de inversión que entraron al sector de las telecomunicaciones en la década de los 90: ninguna corporación, por gigantesca que fuese, pudo acaparar tales magnitudes de dinero y de actividad económica y la inmensa proliferación de empresas que se vinculó al sector nos hace ver la incapacidad de las corporaciones para afrontar la multiplicidad de nuevos negocios que resultan de la aparición de una tecnología de alto impacto. De tal manera que, parece ser, son las empresas nuevas las que capitalizan los beneficios de la aparición de estas tecnologías, mientras que la corporación que se vinculó directamente con el proyecto solo aprovecha una fracción muy pequeña de todos los inmensos beneficios generados e incluso puede llegar a verse amenazada por alguna adquisición hostil que desee efectuar algún inversionista codicioso. Implícito en todo este fenómeno vemos como el factor suerte llega a ser determinante para que aparezca, y se implemente, una tecnología de alto impacto.
How Technology Affects Economic Growth - Andrea O'Sullivan - The Bridge - Mercatus Center
How Technology Affects Economic Growth - Andrea O'Sullivan - The Bridge - Mercatus Center
Una tecnología de alto impacto es aquel conjunto de técnicas y procedimientos que permitirán fabricar un nuevo bien, susceptible de ser comercializado en todo el mundo, que poseerá una demanda tan gigantesca que la empresa que la introduce en el mercado no estará nunca en capacidad de satisfacer. Por tanto, para atender dicha demanda, se requerirá que un número también gigantesco de nuevas empresas sean creadas para lograr suministrar el nuevo producto. Esto implica también la rápida creación de una gran cantidad de encadenamientos empresariales que logre proveer, de la misma manera, los bienes y servicios conexos al producto principal o bien que acometa las inversiones en infraestructura, planta física, edificaciones, etc, que sean necesarias para que el suministro del producto principal sea una realidad. Todo esto sin mencionar el colosal volumen de tareas de mercadeo que implica aprovechar la aparición de esta tecnología de alto impacto. Como vemos, se trata de un proceso económico que, prácticamente, no perjudica a otros sectores económicos ni crea desempleo, sino que, por el contrario, estimula el crecimiento de otros sectores productivos y es potente creador directo e indirecto de empleo, incluso para la mano de obra no calificada y jóvenes que buscan su primer empleo.
La situación de estancamiento global creará un sinfín de problemas sociales y políticos que no podrán ser atendidos por los factores que detentarán el poder político. Estos se encontrarán contra la pared al no poder tener capacidad para lidiar con tal cantidad de inconvenientes, al no contar con herramientas útiles que le permitan reactivar la economía y al no poseer mecanismos de presión para lograr convencer a los líderes de USA y China de abandonar su política de aislamiento económico. De tal manera que, aquellas naciones que ya posean experiencia en la producción de tecnología verán en la búsqueda de tecnologías de alto impacto la única forma de reactivar la economía para lograr salir de la situación de estancamiento y atenuar los requerimientos sociales y políticos que los asedian.
Evidentemente, no todo avance tecnológico puede considerarse como tecnología de alto impacto. Tal característica está dada por la presencia de una demanda colosal de los bienes producidos por esta nueva tecnología. Podemos calificar a una demanda como colosal cuando, por ejemplo, las empresas existentes no pueden satisfacer ni siquiera el 1% de los requerimientos que hacen los consumidores para obtener el nuevo bien. De allí que, sea perentorio, que un número gigantesco de nuevas empresas aparezcan para suplir el 99% restante al superar las trabas legales y técnicas inherentes al uso de una tecnología producida por un tercero. Por otro lado, una demanda colosal no aparece de la nada, ella necesita dos condiciones fundamentales: debe satisfacer alguna necesidad de, al menos, cien millones de seres humanos y, al mismo tiempo, tener un precio accesible. No es fácil predecir con exactitud cual será el campo en el cual aparecerá la nueva tecnología de alto impacto, pero existen algunos candidatos. El cambio climático creará nuevas necesidades para varios miles de millones de personas, de los cuales, al menos, cien millones pudieran estar en capacidad de pagar dicha atención. Los seres humanos necesitarán soportar altas temperaturas, lluvias inclementes y huracanes feroces y para ello pudiese estar disponible alguna tecnología de alto impacto.
De manera superficial y rápida podríamos hacer una estimación de la composición de la producción global de tecnología que se realiza en estos momentos. Creemos que, hoy en día, en plena era de cambio tecnológico vertiginoso, el 99% de toda la producción de tecnología es de bajo o muy bajo impacto, mientras que el 1% restante, o menos, corresponde a tecnología de impacto medio. el modelo de producción de tecnología que se lleva a acabo en el planeta no contempla la aparición de tecnologías de alto impacto, de allí que su aparición sea un hecho fundamentalmente fortuito. Es por ello que, a partir de la próxima década, un selecto grupo de países, acosados por problemas políticos de gran envergadura, iniciará el camino de diseñar políticas económicas destinadas a incrementar las posibilidades de aparición de tecnologías de alto impacto.
Revolución industrial y tecnología de alto impacto no son sinónimos, la diferencia fundamental entre ambos procesos radica en que la primera no ejerce gran influencia en el ámbito de la macro-economía e incluso puede llegar a deteriorarla, mientras que el segundo afecta con gran potencia la magnitud de las variables macro-económicas y las cuentas nacionales. La tecnología de alto impacto crea grandes flujos de inversión que mejorarán el perfil de balanza de pagos, elevará el volumen de transacciones comerciales con el resto del mundo para así darle fortaleza a la balanza comercial; estos dos factores, conjuntamente, darán un potente incentivo al crecimiento económico para luego incrementar el consumo, el cual también se convertirá en otro motor del crecimiento; por otro lado, eliminará el desempleo y ocurrirán incrementos salariales sustanciales en el rango de obreros y empleados de media y alta calificación ; el déficit fiscal puede ser erradicado sin necesidad de que los gobernantes adopten medidas de tipo fiscal; las tasas de interés podrán regresar a ubicarse dentro de márgenes razonables para fortalecer la salud de los sistemas financieros; desaparecería la incertidumbre y tendríamos nuevos tiempos, tiempos mejores.
Las revoluciones industriales introducen nuevos productos al mercado, crean empresas poderosas, cambian los hábitos de un gran número de personas, son una muestra de poder e ingenio pero, definitivamente, no ejercen una gran influencia en la macro-economía y no permite atender problemas sociales, sino que, muchas veces, los crea o acrecienta. Mientras la tecnología de alto impacto es un proceso fundamentalmente económico, las revoluciones industriales son procesos evidentemente tecnológicos que aparecen por la acción de un descubrimiento científico. Las revoluciones industriales de hoy en día no son motorizadas por descubrimientos científicos sino por el ansia de lucro de las corporaciones y en donde el descubrimiento científico es un engranaje más en la cadena de producción de tecnología. Las perspectivas señalan que el conjunto de fenómenos que agobiarán a muchos durante la próxima década obligará a los gobernantes a poner la ciencia y la tecnología como fuente generadora de riqueza, no solo para las grandes corporaciones y para el 1% más rico del planeta sino también para los menos favorecidos, para los que nunca han tenido algo. En ese sentido, la tecnología de alto impacto contribuirá a reducir la desigualdad.
De manera superficial y rápida podríamos hacer una estimación de la composición de la producción global de tecnología que se realiza en estos momentos. Creemos que, hoy en día, en plena era de cambio tecnológico vertiginoso, el 99% de toda la producción de tecnología es de bajo o muy bajo impacto, mientras que el 1% restante, o menos, corresponde a tecnología de impacto medio. el modelo de producción de tecnología que se lleva a acabo en el planeta no contempla la aparición de tecnologías de alto impacto, de allí que su aparición sea un hecho fundamentalmente fortuito. Es por ello que, a partir de la próxima década, un selecto grupo de países, acosados por problemas políticos de gran envergadura, iniciará el camino de diseñar políticas económicas destinadas a incrementar las posibilidades de aparición de tecnologías de alto impacto.
Revolución industrial y tecnología de alto impacto no son sinónimos, la diferencia fundamental entre ambos procesos radica en que la primera no ejerce gran influencia en el ámbito de la macro-economía e incluso puede llegar a deteriorarla, mientras que el segundo afecta con gran potencia la magnitud de las variables macro-económicas y las cuentas nacionales. La tecnología de alto impacto crea grandes flujos de inversión que mejorarán el perfil de balanza de pagos, elevará el volumen de transacciones comerciales con el resto del mundo para así darle fortaleza a la balanza comercial; estos dos factores, conjuntamente, darán un potente incentivo al crecimiento económico para luego incrementar el consumo, el cual también se convertirá en otro motor del crecimiento; por otro lado, eliminará el desempleo y ocurrirán incrementos salariales sustanciales en el rango de obreros y empleados de media y alta calificación ; el déficit fiscal puede ser erradicado sin necesidad de que los gobernantes adopten medidas de tipo fiscal; las tasas de interés podrán regresar a ubicarse dentro de márgenes razonables para fortalecer la salud de los sistemas financieros; desaparecería la incertidumbre y tendríamos nuevos tiempos, tiempos mejores.
Las revoluciones industriales introducen nuevos productos al mercado, crean empresas poderosas, cambian los hábitos de un gran número de personas, son una muestra de poder e ingenio pero, definitivamente, no ejercen una gran influencia en la macro-economía y no permite atender problemas sociales, sino que, muchas veces, los crea o acrecienta. Mientras la tecnología de alto impacto es un proceso fundamentalmente económico, las revoluciones industriales son procesos evidentemente tecnológicos que aparecen por la acción de un descubrimiento científico. Las revoluciones industriales de hoy en día no son motorizadas por descubrimientos científicos sino por el ansia de lucro de las corporaciones y en donde el descubrimiento científico es un engranaje más en la cadena de producción de tecnología. Las perspectivas señalan que el conjunto de fenómenos que agobiarán a muchos durante la próxima década obligará a los gobernantes a poner la ciencia y la tecnología como fuente generadora de riqueza, no solo para las grandes corporaciones y para el 1% más rico del planeta sino también para los menos favorecidos, para los que nunca han tenido algo. En ese sentido, la tecnología de alto impacto contribuirá a reducir la desigualdad.